sábado, 9 de agosto de 2008

Mi confrontación con la docencia

Ahora que es momento de compartir nuestra confrontación con la docencia me llegan a la mente recuerdos inolvidables de mis primitivos acercamientos a la docencia, pero no como responsable de un grupo sino como observadora de mis más cercanos familiares que desempañaron esta noble profesión, la primera mi madre que fue mi primer referente de lo que era trabajar con un grupo de alumnos. Fue entonces que una de las primeras aspiraciones que como adolescente tuve fue la de dedicarme a esta profesión por esa gran influencia familiar. Así que me incorporé a la Esc. Normal Urbana Federal “Jesús Romero Flores” de Morelia para recibir la formación inicial y ejercer la docencia egresando en la generación 1978 – 1982. Entonces empecé en este conflictuado pero agradable mundo docente, decisión que celebro después de 26 años dedicados a ella pues a lo largo de mi vida profesional he tenido grandes satisfacciones, tanto personales como profesionales; este inicio en el campo de la formación teórica también me permitió transitar por esta profesión con facilidad. Como docente novel, en los tres primeros años de ingreso a la actividad diaria y a la responsabilidad de llevar al final de un ciclo escolar a un grupo de alumnos recuerdo haber tenido errores que, al analizar las causas del fallo, se tuvieron que ir reforzando en ese ir y venir de la equivocación a la acertividad de lo que se hace en con un grupo de alumnos. Esta necesidad de buscar estabilidad en la práctica consolidó poco a poco, mi situación laboral con la responsabilidad y la convicción de comprometerme a ayudar a otros en su formación

Después de haber leído “La aventura de ser maestro” de José Manuel Esteve creo que lo que he vivo en el desarrollo de mi actividad como docente no siempre se realizan como lo dice el autor “por ensayo y por error” pues depende de la capacidad de compromiso que el docente tiene para con su actividad profesional,

Coincido con Esteve en las dificultades que menciona ( la búsqueda por la identidad profesional, saber comunicar a sus alumnos con claridad y fluidez lo que deben aprender, controlar la disciplina del grupo o adaptar los contenidos al nivel de los alumnos con los que se va a trabajar), aunque mi historia personal me permitió adentrarme en esos aprietos pero con sólidas bases, tanto teóricas como prácticas, para tomar decisiones pues tuve la gran oportunidad de haber recibido tutoría personalizada con el contacto directo que tuve en las clases de mi madre en donde pude observar como aprendían los alumnos y cómo se enseñaba y en esas conversaciones entre maestras que no reflejaban otra cosa más que el trabajo colegiado que hacía con sus compañeras.

De esas cuatro dificultades de las que habla considero que ni la identidad profesional, ni el ser una buena interlocutora, ni la disciplina, ni el adaptar los contenidos al nivel de de enseñanza sean obstáculos que pongan en apuros mi práctica diaria, el problema es el de cómo terminar con esa valoración que, como dice Esteve, se hace para que el total de maestros de un centro escolar puedan trabajar en colectivo para enfrentar con menores dificultades y riesgos los problemas sociales que repercuten en nuestras aulas, eliminando ese individualismo y la desvalorización que hacemos entre nosotros, contra nosotros mismos y de nuestros mismos compañeros.

Tal vez porque hace falta que el mismo maestro reconozca eso que Esteve llama “maestros de humanidad” pues esta reflexión intrínseca nos podría poner en el plano de aquellos que, sin importar lo difícil que pudiera ser el trato con otros seres humanos, estuviéramos conscientes de que somos responsables de nuestros alumnos durante esos años de formación que compartimos enseñado y aprendiendo y que, si no pueden enfrentar los retos que la vida les pone enfrente, es porque alguno de los que los formamos no tuvimos la capacidad de darles las herramientas necesarias para que afrontar dicha problemática.

El ser profesora y tener contacto con otros seres humanos me permite mantener la convivencia tanto dentro del aula como fuera de ella y observar el crecimiento intelectual de mis alumnos. He tenido oportunidad de trabajar desde el nivel básico como maestra de educación primaria hasta llegar a colocarme en el nivel superior, pasando por cada uno de los escaños que ello requiere y me he encontrado con que en cada edad de los escolares se tienen que asumir una actitud diferente, siempre impulsando el crecimiento cultural, intelectual y social de quienes nos hemos visto vinculados y favorecidos en el binomio profesor- alumno.

Una de las lecturas que en otro momento ya había hecho es la de Paulo Freire y sus “cartas a quien pretende enseñar”, lectura obligada para todos aquellos que estamos inmiscuidos en la labor de enseñar pues en ella ilumina el camino que ha de seguir un docente para enseñar y a la vez aprender lo que se enseña para reflexionar sobre lo enseñado y lo aprendido en un determinado contexto bajo la relectura del mundo abstracto a la sensibilidad y entendimiento del mundo real, analizando para ello cómo debe vincularse la teoría y la práctica en la formación de aquel que se capacita para ser docente logrando con ello un educador seguro, con menos posibilidad de cometer errores gracias a la solidez teórica y a la práctica vivida, sin olvidar por supuesto que el acto de leer y escribir debe consolidarse permanentemente en todos los que educan y son educados mediante la relectura de la realidad a través de los textos críticos.

La actualización permanente me ha permitido mantener un crecimiento profesional continuo pues al enfrentarme a la diversificación de alumnos, contenidos a tratar y niveles de aprendizaje es que se puede revitalizar la práctica docente. Considero que el reaprendizaje continuo de contenidos y del acercamiento a las necesidades de nuestros alumnos dan al docente la fortaleza para continuar investigando los resultados que se obtienen a lo largo de un ciclo escolar o de un curso. Creo que esta parte es la que nos acerca a lo que hoy queremos analizar, a la confrontación de lo que hacemos en el aula con nuestros alumnos y los efectos que de esa práctica obtenemos.


Personalmente me inclino más por la posición que Freire define cuando dice que:

“ El aprendizaje del educador , al enseñar, no se da necesariamente a través de la rectificación de los errores que comete el aprendiz. El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que el educador humilde y abierto se encuentre permanentemente disponible para repensar lo pensado, revisar sus posiciones; en que busca involucrarse con la curiosidad del alumno y los diferentes caminos y senderos que ella lo hace recorrer” ( Freire, P. 28)

Por ello pienso que las satisfacciones e insatisfacciones deben ir de la mano, las insatisfacciones no deben convertirse en derrotas, por el contrario, tienen que convertirse en retos para poder seguir percatándonos de lo que podemos agregar a nuestra práctica para mejorarla, así que el desarrollo de una clase nos puede resultar hoy la más adecuada pero tendríamos que pensar en “¿Y ahora cómo mejoro lo que hice hoy para volver a cautivar la atención y participación de mi grupo mañana?”. Santos Guerra confirma en su estudio que las teorías pedagógicas han ido modificando la forma de enseñar y de aprender. Nuestra vida como estudiante estuvo fuertemente vinculada a la perspectiva técnica y nuestros profesores intentaron formarnos para que, a su vez, nosotros desarrolláramos la práctica docente como reproductores de lo que otros diseñaban y definían como lo adecuado para enseñar a los estudiantes. La perspectiva práctica es utilizada por pocos docentes que, aún sin conocer teóricamente lo que hacen reflexionan, investigan, diagnostican y actúan de acuerdo a las necesidades de sus alumnos, siendo considerados entre sus compañeros como docentes que se desvinculan del desarrollo del programa por no seguirlo paso a paso.

La mayor satisfacción que actualmente tengo es que trabajo con docentes de diferentes niveles con los que puedo compartir lo que he aprendido y con los que sigo aprendiendo de los actuales problemas a los que se enfrentan en la docencia haciendo una revisión de las perspectivas técnica, práctica y critica. En esta última es en la que más profundizamos pues nos dota de elementos profundos para el análisis de nuestra práctica diaria pues, aunque hallamos estado formados en la influencia de la perspectiva técnica es nuestra obligación seguirnos preparando para entender los cambios que el sistema educativo proporciona, pues de la constante actualización del magisterio depende los buenos o mejores avances que en materia educativa se tenga en un país.

Saludos a tod@s.

1 comentario:

PROFR. JORGE ARIAS MARTINEZ dijo...

Es importante lo que mencionas en tu entrada, ya que una de las grandes virtudes que tiene la docencia es el hecho de trabajar con seres humanos y te da la oportunidad de ir retroalimentarte día a día y como no aprender de ellos.